Puntillas de auroras tristes, percal de espuma en el aire, dolor de saber que existo cuando termina la tarde.
Tristeza de ser apenas una penumbra que arde, y en la noche más caliente helarme, tan sólo helarme.
J. Larralde, Puntillas de auroras tristes
Claro es que [...] no os aconsejo la duda a la manera de los filósofos, ni siquiera de los escépticos propiamente dichos, sino la duda poética, que es duda humana, de hombre solitario y descaminado, entre caminos. Entre caminos que no conducen a ninguna parte.
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