martes, 16 de noviembre de 2010

Aire

Siempre vivió de alguna manera preocupado por el aire, pidiendo más aire.

Para cambiar de aire se fue España. Conocio a una gallega que trabajaba para Greenpeace y juntos recorrieron el mundo haciendo campaña por energias limpias, para conservar limpio el aire que todos respiramos.

Pero la relación lo asfixió. El carácter fuerte de ella y alguna tendencia a los celos lo empujó a seguir su camino solo: "necesito aire".

Volvió. Consiguió trabajo en una imprenta que funcionaba en un sótano. Pero aguantó poco el aire húmedo y cargado de vapores y se fue a probar suerte a la costa, donde pudiera disfrutar del aire de mar. Trabajó bien durante el verano vendiendo globos de gas en la playa. Pero al terminar la temporada el negocio se quedó sin aire.

Se fue a la montaña, a Cuyo. A un lugar retirado, a vivir con lo mínimo y a disfrutar del aire de montaña y de su recién descubierta pasión por el andinismo.

Y recién ahora, cuando sólo encuentra aire bajo sus pies, se da cuenta de la falta que hacen los otros tres elementos.

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