viernes, 12 de diciembre de 2008

No entiendo...

...por qué sigo o seguimos escribiendo tantas palabras distintas, tantas metáforas, tantas imágenes ingeniosas o ridículas, tanta sílaba vocal consonante o disonante, si al final y al principio, por todos lados, en la playa y en el páramo, en la montaña y en el barro, con luna que calla o no, en el romántico altillo vacío o en el indescriptible sótano más vacío todavía, decimos una y otra vez, hasta la desesperación, hasta el hartazgo, todo el tiempo siempre la misma, única, idéntica, imposible cosa.

2 comentarios:

hilda dijo...

Hola Tomás! Estoy dando un paseo por tu espacio y no puedo con mi genio y dejo un comentario...Y siempre estamos escribiendo sobre lo mismo,¿el amor? ¿el desamor? ¿el olvido?¿sobre lo que esperamos?¿sobre lo que ya no esperamos?¿sobre lo que intuímos como cierto?¿sobre lo que creemos incierto pero al final nunca estamos seguros? Y será que nunca alcanzan las palabras o son, como yuo creo, cajas vacías y cada escritor las rellena como puede, como siente o como quiere, con sus propios deseos y con sus propias necesidades.
Un placer volver a leerte, Tomás, otro día con más tiempo, sigo la recorrida...
Un beso, Hilda

Espero que hoy pueda ingresar mi comentario, porque me fue imposible hace unos días...

terricola dijo...

Hola Hilda! Una alegría verte de nuevo por acá (como ves, yo también ando medio perdido).

Es probable que las palabras sean como cajas vacías (a menos, claro, que lector y escritor se conozcan bien), pero me parece que es más bien el lector el que las rellena. Por eso es que vale la pena leer poesía.

Y sí, lo más probable es que estemos escribiendo siempre sobre lo mismo. Lo que no está claro es que nos demos cuenta. Darse cuenta de qué es lo que uno está diciendo es, supongo, un paso adelante.