martes, 20 de octubre de 2009

Lo que sé

Entre tantas cosas que no sé, sé algunas cosas.

Yo sé leer, andar en bicicleta, sentir el viento en la cara y mirar la lluvia. Sé (en algunas mañanas grises) caminar despacio rodeado del crujido de las hojas secas.

Sé pasar horas delante de una computadora, trabajando y no. Sé cantar una canción de cuna. Sé esperar, a veces, y, a veces, perseverar.

Yo sé mirar el cielo algunas tardes de invierno, cuando esta muy celeste y afuera sopla un viento frío como la soledad. Sé mirar el cielo algunas noches de verano, cuando las estrellas invitan a hacerse preguntas.

Sé usar palabras difíciles, como ergodicidad, aunque no sepa usar palabras fáciles, como gracias. Sé que he tenido mas suerte que la mayoria. Sé ver lo que está mal sin saber hacerlo bien.

Supe otras cosas que los años me han quitado. Supe jugar a la pelota, buscar caracoles. Supe ver los meses y los días de la semana. Supe de autos, de fútbol, de estrellas asombrosamente viejas y lejanas. Supe cosas que ni recuerdo haber sabido. Y supe soñar y creer en Dios y en la bondad de los hombres.

Hoy sé lo que experimenta el que se siente aplastado por un mundo demasiado grande para su inteligencia.

Sé que las cosas no son de una manera, sino que están de una manera.

Sé que casi todo es inútil.

Y sé que en algún lado, muy lejos, hay una parte de mí que se que ha quedado sola para siempre.

4 comentarios:

LM dijo...

Podría ser -se me ocurre- que uno tuviera más conciencia de lo que dejo de "saber" que de lo que aprendió ultimamente.
Podría ser también -por que no?- que lo que aprendió fuera más importante que lo que dejó en el camino (qué puede ser mas importante que una canción de cuna?).
También podría ser que eso de "nada se pierde, todo se transforma" sea una estupidez y ciertamente, haya una parte de uno que se ha perdido para siempre...
Pero(rememorando, digo) también puede ocurrir que exista un guardián chapucero jugando con nosotros, haciéndonos creer que está todo dicho... que no hay nada más.
Claro, su única intención es ver como reaccionamos, como nos acomodamos a ésto que se nos presenta como lo "único" que hay...

Si así fuera, si entre todas las posibilidades existe al menos una de que estemos enfrentandonos al guardián de flores, deberíamos apostar...

Tengo veinte mangos en el bolsillo y veinte (espero) años por delante... Apuesto ambas cosas: la soledad no es para siempre, ni es inevitable. Acorralemos al guardián, confundamoslo: ¿puede él definir la soledad? ¿tiene la receta para zafar de ella? ¿puede él definir lo "correcto" y con la ejecución de lo correcto esquivar la soledad?

A que no...

terricola dijo...

LM, que raro ud. transmitiendo optimismo... Se ve que sus octubres dan para todo...

Pero de todos modos, tiene Ud. razón. Qué duda cabe. Qué sabe el guardián de todo esto? Y aunque supiera, por qué habríamos de creerle? Apuesto también contra el guardián, y la levanto. Demos pelea. Ganemos, aunque más no sea por un rato.

Pero aún así, sigo suscribiendo lo de arriba. Hay cosas que son para siempre (no se desandan los pasos que hemos dado). Créame solamente que eso no es incompatible con la esperanza. Que apuesto con Ud., que no le creo al guardián, que es verdad que casi nada es inevitable, que no compro definiciones de lo "correcto".

Es bueno tener objetivos grandes. Es bueno apuntar al horizonte y arrancar, agarrate Catalina. Repito que tiene Ud. razón. Sólo intento saber desde dónde estoy partiendo.

tambien lorena dijo...

Tengo que disentir en eso último (no así respecto a las apuestas)... Tengo la sensación que uno parte desde donde está, desde donde puede. Y desde ahí da la pelea, desde ahí apunta al horizonte. En realidad, rememorando (o algo así, porque las obsesiones no pasan), pensaba en que en realidad ni siquiera hace falta saber hacia donde se va, o al menos no en términos muy concretos. Pensaba en que a lo mejor lo único que uno necesita es pensar/saber que hay un lugar donde dejar las mochilas, donde descansar y donde poder compartir lo que hay dentro... Y con eso ya está, es suficiente.

Y así, como al boleo, pensaba en si el guardián tendrá dónde llegar, si tendrá su Catalina que se agarre... probablemente no (no le parece? quizás su soledad si sea inevitable)

terricola dijo...

A ver...Uno parte de donde puede, claro. Pero es necesario saber cuál es ese lugar, como para poder apuntar hacia algún otro. Respecto de saber hacia donde se va... más o menos. "Andar por andar es quedarse donde se está" como dice Larralde. Hay que apuntar hacia algún lugar. Claro que uno no sabe a dónde va. ¿Quién sabe que hay allá en el horizonte? Pero no es lo mismo apuntar al horizonte que a la próxima esquina.

Sobre el guardián, tal vez tenga ud. razón. Pero no sé... Me preocupa más el asunto de las mochilas. Dejarlas en algún lado, por un rato... Uno necesita un lugar así. ¿Ud. lo ha visto?

Pero si uno lo encontrara, quién sabe si volvería a partir alguna vez. Otra tarea para el guardián: ocultarnos siempre ese lugar, para que no nos quedemos quietos.